HISTORIAS DEL SUNNY DAY - TACTIC SPORT

HISTORIAS DEL SUNNY DAY

LA HIGUERA

Camilo quiso con locura a su abuelo Don Joaquín, hombre de piel tostada y manos agrietadas. De bienes sencillos y conocimiento exquisito. Hombre de letra escasa y de rica enseñanza. 
Camilo no se olvida del verano del 84. Una tarde del mes de julio, mientras vigilaban al bestià y bajo un sol abrasador, Don Joaquín gritó:
- Garrit anem a l’ombra (Niño, vamos a la sombra)
Abuelo y nieto, apoyaron sus espaldas en el tronco, aposentaron sus traseros en el suelo y fue entonces cuando Don Joaquín le regaló a su nieto la técnica del apuntalamiento. 
- Garrit, procura siempre preservar el conocimiento. Mímalo y que la pereza no se instale en tu cabeza. 
Hoy La Higuera de Don Joaquín es la Higuera más fotografiada de Isla Canela. Y probablemente la más bella del planeta…


 

 

CARABINERO

Pasó hace trece años. En el transcurso de unas vacaciones por el sur. Julián y su suegro Joan descubrieron un nuevo amor. Por las mañanas, a primerísima hora, se encontraban en el hall. Salían a rodar un par de horas. Luego volvían al hotel, dejaban las bicis, casco y zapatillas en el hangar y subían a toda prisa a sus respectivas habitaciones. El resto de la familia los esperaba desayunando con abundancia y tranquilidad. Macedonia, algo de bollería, tostadas, cereales, zumos, aguas, mini bocadillos…
Suegro y yerno habían pactado tomar un café y media tostada. Tenían sus razones
Margarita, la mujer de Joan se preguntaba:
- ¿Cómo puede ser que después de salir en bici no lleguéis hambrientos? Un cafetito y un trocito de pan, de aquí dos horas nos pediréis parar. Deberíais comer algo más. 
Y estaba en lo cierto, tenían hambre pero no se iban a llenar. Con el monovolumen cargado con todos los enseres para ir a la playa, ponían rumbo a Isla Canela. Jornada completa de arena, sol, baño y atardecer de ensueño. 
Pero como hacían a primera hora del día, Julián y Joan tenían su plan. Con la familia instalada en la playa, se despedían por un momento. 
- Vamos a dar un paseo. Volveremos antes de que nos echéis de menos. 
Se subían al coche y conducían hasta la taberna Cachito. El camarero ya los conocía. 
Y antes de que pudiesen decir buenos días, en la mesa ya tenían una bandeja repleta de Carabineros. ¡Qué delicia! ¡Aquello sí que era vida!


 

 

UN VARGAS

Ululani conoció a Casildo Vargas en la playa de Wai’anapanapa. El día no era muy bueno. De hecho aquel mes de noviembre estaba siendo bastante inusual. La intermitencia de las lluvias había abandonado su tic tac para caer a plomo. 
Ululani y Casildo se resguardaron en el recoveco de una roca. Pronto la cueva estalló en risas. A Casildo le hacía mucha gracia el nombre de Ululani y a Ululani le mataba la forma en que hablaba Casildo. 
Cuando la lluvia perdió intensidad, Ululani invitó a Casildo a casa. Se sentaron en el porche de madera. Ululali sacó unas cervezas. Casildo le dijo si tenía limonada, hielo y vino. No sabemos si fue obra del destino pero en aquella nevera había todo lo que pedía Casildo. Entró en la cocina, preparó dos buenos vasos y salió al porche. 
- Salud Ululani, el próximo brindis lo haremos en Isla Canela. 
- Salud Casildo. 
Ululani dio un sorbo y sus ojos rasgados se abrieron como platos.
- Wuaaaaaw, ¿qué es esto?
- Amigo, esto es UN VARGAS. ¡Disfrútalo!


 

 

ISLA CANELA

Todo lo bueno pasa en el chiringuito de Isla Canela. Un Vargas como aperitivo, unos Carabineros como tapa, un plato de higos a media tarde y una puesta de sol como colofón. 


 

 
SUSCRIBETE A NUESTRA NEWSLETTER
SUSCRIBIR