PEYRESOURDE, LE TOUR DE FRANCE 2019.
Le Tour es un cuento. Un cuento protagonizado por más de 200 valientes que representan a 22 equipos y que apelotonados recorren las carreteras de ”Hexagone” a ritmo vertiginoso. Este magnífico cuento se reescribe cada mes de Julio des del 1903 arrastrando a miles de aficionados. Esa admiración y asombro tiñe de color las carreteras durante el paso de sus ídolos. El bullicio se magnifica en los grandes puertos de montaña e impresiona ver como la marea de gente se va abriendo, con ritmo casi armónico, a medida que se acerca la serpiente multicolor. |
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No quisimos perdernos este espectáculo, siempre que podemos acudimos. Este año fuimos hasta Bagneres-de-Luchon para ver la duodécima etapa que transcurría entre Toulouse y Bagnères-de-Bigore. En cada uno de sus rincones del bonito pueblo occitano se respiraba ciclismo. De hecho, este pueblo ha estado fuertemente unido al ciclismo y al Tour ya que a escasos quilómetros empieza un puerto conocido por todos, el Peyresourde. El Tour ha pasado hasta 61 veces por el puerto que culmina con 1569 metros y después recorrer sus 15.27 kms. Quedan grabadas en la mente de cualquier ciclista las últimas cuatro curvas de herradura que te permiten ver todo el camino que has dejado atrás. |
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Vivir en directo el espectáculo que más nos gusta y con buena compañía, esa es la premisa. De Gerona salimos cuatro personas, tres en coche y uno en bici. De Madrid salieron dos más, Fernando y Miguel, unos buenos amigos que se apuntan a un bombardeo y quiénes garantizan unas buenas risas. Nos instalamos en el hotel y acto seguido salimos en busca de una buena pizzería. Cenamos, tomamos un helado y nos fuimos a dormir pensando ya en el día siguiente. |
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Empezamos a pedalear. Como íbamos con mucha antelación subimos poco a poco e incluso paramos a medio del puerto donde nos encontramos con multitud de caravanas, música, cerveza y un ambiente difícil de olvidar. El ambiente preliminar al paso de los corredores tiene más aires de fiesta que de evento deportivo. |
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Subimos a las bicis de nuevo para llegar hasta la cima donde nos instalamos el día anterior. Impresiona ver como en cada quilómetro del trayecto de la etapa se multiplica el número de espectadores impacientes para ver a los profesionales. Unos juegan a cartas, otros comen y beben, algunos ondean banderas, muchos calientan las cuerdas vocales animando a todos los aficionados que van subiendo en bici, gente de todos los países y de todas las edades. Otros simplemente descansan y guardan fuerzas ya que el día es largo.
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Antes del mediodía pasa la caravana de los patrocinadores de la carrera, esa caravana que ya es un símbolo distintivo del Tour. A su paso, contagia de entusiasmo a los espectadores y aficionados a la vez que hace la espera más amena, empiezan los nervios. Son las tres y media y a lo lejos se distingue el ruido del movimiento de las astas de varios helicópteros. Son los encargados de cubrir la etapa desde el aire. Es una señal de que los protagonistas del día están cerca. Se para el tiempo, se acaban las palabras, es el momento de disfrutar y animar. |
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